Sin pretenderlo, Luisa González Alemán ha entrado en la historia. Desde esta semana se ha convertido en la primera mujer que ostenta la jefatura de la Policía Local de Agüimes. Hasta ahora en Gran Canaria solo la capital tenía a una policía al frente de sus agentes municipales. Ya no será la única. Pero es que no es la primera vez que Luisa marca el camino, al menos en su municipio natal. Ya en 1988, cuando se puso por primera vez el uniforme, le tocó ser la primera mujer policía en Agüimes. «La verdad es que siempre me ha gustado romper barreras», afirma.
Por lo que cuenta, no es que las rompiera a propósito, para crear escuela, sino que le salía y le sale de natural. Si apuesta por algo, lo lucha, sin pensar en si hace o no historia. Por eso dice que nunca aspiró a ser jefa. « Vivo este cargo con mucho orgullo, pero es que si he llegado a asumir esta responsabilidad es porque siempre he tenido ganas de trabajar y de avanzar, no buscaba ser jefa, solo ir siempre a más, no dar pasos atrás ni tampoco quedarme nunca estancada». Ese espíritu batallador e inconformista le ha llevado al cargo que ahora ocupa y se lo toma como una oportunidad que quiere aprovechar.
«Lo asumo con mucha responsabilidad», afirma González, aunque no llega de nuevas al puesto. Llevaba 10 años asumiendo las sustituciones de su antecesor, Juan Ildefonso Ramírez, que dejó el cargo y el cuerpo tras su jubilación. Sabe, por tanto, lo que se va a encontrar y también tiene muy claro el objetivo central de su etapa. «Intentar que todas las demandas de los ciudadanos sean atendidas», asegura con firmeza.
A ella le picó el gusanillo desde bien pequeña. Y eso que en su familia, gente trabajadora del mismo casco, con antepasados que vivían de la agricultura y de la ganadería, no tenía antecedentes en el gremio. «Recuerdo que en el colegio me preguntaban qué quería ser de mayor y yo siempre decía que policía». Los miraba en los pasos de peatones y le llamaban mucho la atención. Por eso, aunque todavía estaba estudiando, en cuanto se enteró de que se ofertaban plazas en la Policía Local de Agüimes, se presentó y entró. Y fue la primera.
«Fue un poco chocante para mis compañeros en aquella época, pero nunca por eso me trataron diferente, siempre fui una más». Cree que fue la única mujer en el cuerpo por lo menos 10 años. Ahora no, ahora, a sus 53 años y tras 33 de servicio (casi todos en Agüimes, salvo una corta etapa en comisión de servicio en Santa Brígida), comparte profesión con otras cuatro compañeras, una prueba más de que la igualdad, poco a poco, se va abriendo camino en el mundo policial, aunque aún sean una minoría en una plantilla de 26 agentes.
A Luisa González, que lleva con orgullo ser la tía de Leticia Romero, otra mujer de Agüimes que está haciendo historia, en este caso, en el baloncesto, también le tocó sumar para romper barreras en otra de sus pasiones, la lucha canaria, que no se caracteriza precisamente por la implantación femenina.
Durante unos años compatibilizó su profesión con la práctica de este deporte. De hecho, estuvo entre las fundadoras de un club local, Las Isleñas, en el que era secretaria y también bregaba. Después compitió un tiempo con un equipo majorero. «Iba y venía los fines de semana para luchar».
Siempre le ha gustado el deporte en equipo, pero su generación lo tuvo peor que la actual. No era fácil, cuando no imposible, encontrar equipos femeninos o que dejaran competir a hombres y mujeres juntos. Siendo una niña jugaba al baloncesto, pero hubo un momento en que tuvo que dejarlo. Por eso con la lucha se animó a abrir camino. Alguna semilla sembró. Ahora se está gestando uno en Agüimes.
De su municipio destaca que es un lugar tranquilo, «aunque siempre hay cositas», y que ser de aquí le ha ayudado. «En este pueblo eso se tiene muy en cuenta, el trato es más cercano, porque me conocen». Es oficial desde 2013, pero ha hecho de todo en la plantilla. Ha dirigido el tráfico, estuvo en labores administrativas, ha dado clases de educación vial... «Me gusta mucho la calle, porque me gusta el trato con el público». Aunque por su profesión no siempre esas salidas son agradables. Lo que peor lleva es «cuando le gente lo pasa mal por circunstancias familiares» o cuando le toca acudir a accidentes de tráfico. «Uno me impactó especialmente. Era muy joven. Se había metido una moto debajo de un coche; nos pidieron que fuéramos porque iban a retirar los vehículos. Era una zona muy oscura y cuando me dirigía caminando al lugar del accidente, pisé sin querer a una mujer embarazada que estaba muerta». Desde entonces siempre se pone en estado de alerta cuando asiste a un accidente.
Ahora le toca coordinar y se ve con un buen equipo. «Se dice que los policías son siempre pocos, pero con los que tenemos estamos llegando a todos los servicios, y encima ahora nos entrarán otros siete», afirma. Ella hará como siempre, pondrá toda la carne en el asador. Le encanta su trabajo, pero tampoco como para morirse con las botas puestas. «Me quedan cinco años para jubilarme», advierte. De hecho, es una de las veteranas del cuerpo. Solo le supera en edad un compañero. «La juventud la disfruté poco. Cuando empecé, este era un trabajo de lunes a domingo». Acabada esta etapa, quiere darse un tiempo para disfrutar un poco. Vista su trayectoria, se lo tiene merecido.
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